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A través de "Sólo Belleza", el escritor Carlos Pensa recorre páginas memorables y le pone su propio sello al trayecto.
"Los artistas buscan la belleza con la
obsesión de los amantes insatisfechos....despreocupados por las
definiciones sobre lo bello”, apunta Carlos Pensa al abordar el
planteo respecto a si el tema objeto de su flamante trabajo es "un
concepto o un sentimiento".
La obra en cuestión "Sólo Belleza" (120
páginas) recurre en su apertura y cierre, respectivamente, a dos
notables novelistas: el contemporáneo nipón Haruki
Murakami y el húngaro Sandor Marai (1900/89).
En el ínterin -con un esquema muy original-
Pensa selecciona poemas y relatos los cuales acompaña a
contra-página con comentarios de su propio cuño, mientras
en la parte posterior analiza recientes ensayos que comprenden aspectos
como el vínculo de la belleza con diversas expresiones
artísticas, el consumo, o la industria del espectáculo.
La pensadores clásicos ya especulaban sobre la
belleza, partiendo de Platón quien la consideraba una
manifestación del Bien (concepción similar refleja el
Haiku -telegrama poético- de Carlos María Romero Sosa,
reproducido por Pensa:
No hay valor manco:
Verdad, Bien, Belleza
se dan la mano";
mientras su principal discípulo,
Aristóteles, la incluye dentro de la rama filosófica -la
estética- más subjetiva de todas.
En ese máximum de subjetividad, se ubica la
cita a José Edmundo Clemente: "las cosas no son bellas o feas en
sí, sino bellas o feas en nosotros".
A lo largo de "Sólo Belleza" nos encontramos
ante un término inasible que puede ser fuente de alegría,
discordia, asombro, éxtasis, algo fugaz o eterno, librado a la
sensualidad o a la abstracta contemplación.
Los escritos reflejan las concepciones más
variadas de belleza, desde un Ignacio Anzoátegui que la
identifica con las "imperfecciones" de la amada, a un Gustavo Adolfo
Bécquer para quien se encarna en una mujer "mudable, altanera y
caprichosa", en tanto Carlos Penelas la vislumbra en la libertad,
Boudelaire en la naturaleza, o Charles Chaplin -el rey de las
películas mudas- en el silencio.
La variedad de intérpretes que pasan por la
lupa del escritor da pábulo a que cada lector haga su
selección, sin ceder a la tentación moderna de buscar
jerarquías o escalas para todo.
Hay textos sublimes como aquel poema del griego
Konstantino Kavafis en el cual el objeto captura al observador:
"Contemplé tanto la belleza, que mi
visión le pertenece"; o queda librado a un futuro esperanzador:
"El más bello de los mares/ Es aquel que no
hemos visto/ Nuestros días más hermosos/ Aún no
los hemos vivido" del poeta turco Nazim Hikmet; o se vuelve una
vivencia religiosa en Carlos Constanzó:
Nunca será más bella la belleza
que en la Madre de Cristo, cuando llora
ante aquella verdad desoladora
que inclina, de su Hijo, la cabeza".
El menú de Pensa comprende además de
los citados, entre otros a Leopoldo Lugones, Alejandra Pizarnik.
Alfonsina Storni, Rafael Alberti, Rubén Darío, Juan
Ramón Jiménez y Pablo Neruda.
En definitiva, la belleza parece encontrar su mejor
traducción o elemento transformador en la palabra, como
reflejaba el clásico poema de Juana de Ibarbourou -reproducido
en la contratapa- cuya protagonista "La Higuera" " es "áspera y
fea" pero muta en "hermosa" por la fuerza del mensaje de amor.
La evocación final a "Juana de América"
cobra un sentido especial cuando Pensa sugiere reservar esa
denominación a la poetiza uruguaya en lugar de adjudicarla a la
"Juana guerrera" (por Azurduy) ya que "nuestro continente necesita
artistas, cultores de lo bello y no balaceras", concluye el autor.
El mismo conduce un programa radial semanal, de
cultura e interés general, cuyos contenidos completos pueden
encontrarse en: www.enciclopediaradial.blogspot.com.ar
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